Un joven que se había ido a la guerra, despues de varios meses escribe una carta a sus padres: "Todo esta bien por aquí. Creo que dentro de unas semanas estaré de vuelta a casa, pero... tengo que pediros un favor. En un enfrentamiento, un soldado amigo mío perdío un brazo y una pierna. No tiene con quien ir y quisiera saber si estáis de acuerdo en que viva con nosotros".
A esto, sus padres le respondieron con otra carta: "Hijo, no habría ningún problema si fuera un chico normal. Imagínate los contratiempos que nos ocasionaría al estar así. Habría que estar todo el día pendiente de él, ya que no puede trasladarse por sí mismo. Piénsalo bien. Te esperamos con los brazos abiertos".
Pasaron varios meses sin que los padres supieran nada más de su hijo, cuando un día les llegó la noticia de que el joven se había suicidado. Llenos de tristeza, se trasladaron al lugar del suceso para identificar el cadáver. Al levantar la sábana que tapaba el cuerpo muerto de su hijo descubrieron, con profundo dolor, que le faltaba dos de sus miembros: un brazo y una pierna.
Autor desconocido.
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Pues no esperaba ese final, pero no es tan rara su reacción. Quizás, a veces sin decirlo tan directamente actuamos igual que estos padres. Lo que nos lleva a que sepamos que la tolerancia empieza por nosotros mismos, no busquemos más allá.
ResponderEliminarno me lo esperaba para nada ese final, me ha parecido muy bien.
ResponderEliminarJorge 5º
yo no me esperaba ese final creia que le diria su madre a su hijo que si se podia quedar su amigo.Ese cuento me ha parecido muy raro
ResponderEliminarLAURA GARDE.
FIU FIU VAYA CUENTO MAS RARO
ResponderEliminar´